Corazón de aluminio y vanadio,
ahilada voz en ralentí,
yo tuve un doscientos cinco
que doscientas cinco veces conduje.
Vestido de blanco titanio fue mi Rocinante,
siempre sonriente y despreocupado...agradecido.
Enfermo a veces: sangraban sus amortiguadores.!
cómo corría el lebrel! por la calzada de luto.
...Nos fuimos abandonando.