DESCARGA LA REVISTA QUE DESEES

DESCARGA LA REVISTA QUE DESEES
Versiones gratis en pdf. (click en la imagen)


Contacto para sugerencias o colaboraciones: fanzinepifano@gmail.com


REVISTAS DISPONIBLES PARA SU LECTURA ONLINE

REVISTAS DISPONIBLES PARA SU LECTURA ONLINE
PÍFANO 23

PÍFANO 22

-

-
PIFANO 21

PIFASÍ

-

-
PÍFANO 19

-

-
PÍFANO 18

-

-
PÍFANO 17

-

-
Pífano 16

-

-
PÍFANO 15

-

-
PÍFANO 14

-

-
PÍFANO 13

PIFANO 12

PÍFANO 11

PÍFANO 10

PÍFANO NUEVE

TRÍADE (Los Trastámara)

"NO APARCAR, LLAMO GRÚA" ezine (Garven)

PÍFANO OCHO

PÍFANO SIETE

PÍFANO SEIS

PÍFANO CINCO

Cuatro primeros PÍFANOS

BUJ. UN VAMPIRO RUSO

Llegaba, ya oscurecida la tarde. Alumbrándose con la simulada luz de los comercios y bares aún abiertos, y depositaba en la acera un pequeño ataúd sin tapa con algunas monedas en su interior. Luego cimbreaba su capa negra en una danza chusca y macabra; a veces se detenía erguido, con sus largos brazos flacos en cruz, mostrándonos el forro interior de la túnica, rojo como la sangre viva. De nuevo se batía como un murciélago alucinado mostrando sus colmillos de aguja a los transeúntes. Y vertía en el suelo sucio de la plaza esta retahíla: «soy un fam-pi-rro… soy un fam-pi-rro…». El público, indolente, le ignoraba en su gran mayoría. Otros sonreían enternecidos grabándole con sus smartphones. El llanto de un niño, precioso tributo para Buj, así que se explayaba en hacerle llorar aún más, lamiéndole las lágrimas. De vez en cuando sonaba el tintineo de algunos céntimos arrojados al pequeño féretro del vampiro; entonces bailaba como un Nosferatu; retorcido y jocoso. Agradecido. Después volaba hasta Callao «soy un fam-pi-rro… soy un fam-pi-rro…» y arrancaba el grito de un grupúsculo de muchachos capturados por sorpresa, y le pagaban con la señal de la cruz formada por los dedos jóvenes, que por supuesto no ofendían a Buj, pero éste interpretaba un arrugado gesto de huída… y los chicos reían sofocándose. Las carcajadas eran ajo fresco para Buj el vampiro… pero comprendía. «¡Eh, tú, Drácula… cómeme el coño!» y entonces Buj soltaba el aire de sus pulmones muertos por la nariz, compadeciéndose… ignorándoles. Vaya; un tumulto de turistas en la siempre habitada Gran Vía «soy un fam-pi-rro… soy un fam-pi-rro…»  parecía una plumita negra repulsada por el escape de un autobús en marcha. Cerró su ataúd después de contar la calderilla y guardarla en su negro gabán. En los cines un estreno: otra de la saga Crepúsculo.  Alzó sus ojos escocidos para ver la grandiosa cartelera alumbrada: guapitos vampiros adolescentes; en las taquillas bultos de personas. Buj se decía: «Hijos de puta, diablillos de chantillí… ¡Oh, glorioso y oscuro siglo diecinueve!, tú no volverás todavía», y lloraba nostalgia de vampiro. Tenía que apresurarse, la madrugada quería asomarse sus rutilantes cabellos dorados; claridad que provocaba náuseas a Buj, como a todo buen vampiro. Así que caminaba deprisa, como los muertos inquietos, dejando una estela de ridículo que el público noctámbulo pisaba, pegándose en las suelas. Se perdía ya su bruma de vampiro por Huertas. Tocaba el descanso en las fosas de los comedores sociales.
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.