Grumo nº 16
Me encontré con un laico idiota
Que de su anarquía se jactaba.
¡Dios no existe! discurría.
¡Soy iconoclasta! gritaba.
Le cocían a impuestos
…y no decía nada.
Grumo nº 1
Con un «no sé nadar pero me mantengo» se ha ahogado más de uno en las Lagunas de Ruidera.
Grumo nº 2 (para piano y orquesta)
Termina el concierto (Rapsodia sobre un tema de Paganini, de Rchamaninov).
Entre el público está Luis, que comenta a su amiga la profesora Ruttel:
«Magnífico. Aunque a mi parecer, en la variación nº 23 la orquesta se adelanta. El solista lo borda, sin duda, se estremece y nos lo trasmite con una pureza única; pero la orquesta inicia y prosigue la melodía demasiado rápido, esa pieza admite parsimonia, lentitud romántica. Algo así:»
Y encorvando la espalda, y agitándose como un preciso director de orquesta, con una chusca danza en los brazos, comenzó a tararear:
La profesora con cierto asombro le dijo:
«¡Cáscaras, Luis! ¿qué haces perdiendo el tiempo en la charcutería?»
El mozo responde con una fresca sonrisa en los ojos:
«Si a mí siempre me ha gustao estudiar. ¡Lo que pasa es que he sio mu perro!...luego me enrollé con una… y ná. »
Ruttel asentía.
Grumo nº 3
¿Para cuando un Ministerio de la Honestidad y el Examen de Conciencia?
Grumo nº 4
Y tras una esperada revolución, vencieron los justos.
Y eligieron al más Justo de entre los justos.
Repartieron justicia, memoria y nuevos reactivos sociales…totalmente injustos.