Entonces es martes, seguro, por lógica.
Porque los martes.
Salimos al patio a pintar. El nieto de Doña Eduviges cierra el bar para visitarla. Podemos exponer nuestras quejas al director, aunque nadie lo hace y comemos paella.
Tumbado en la cama observo mi entorno, esa fría sala .
Miro a mi izquierda.
Ese compañero de habitación respirando con dificultad, sin visitas, pobre hombre, siempre solo, y conociendo su inmediato futuro.
De repente empieza a agonizar, Tras fallidos intentos de reanimación, un enfermero tapa su rostro con una sabana.
Martes.
Miro a mi izquierda detenidamente, tan solo es un espejo.